El paisaje que no conocías en tu propio cuerpo

Las curvas se levantan como cordilleras doradas al amanecer; los valles ocultos respiran entre luces y sombras, invitando a explorar ese paisaje que no conocías… el tuyo.
Cada pliegue es un horizonte secreto.
Cada línea es una montaña eterna.
La luz acaricia el cuerpo como si dibujara continentes; las sombras susurran que tu figura es única, que tu feminidad es un territorio sagrado que merece ser contemplado.

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